Los virus constituyen los enemigos más formidables del ser humano y se han mostrado absolutamente invulnerables al ataque de los medicamentos o a cualquier otra arma artificial. Y aún así, las personas han sido capaces de luchar contra ellos, incluso en las condiciones más desfavorables. El organismo humano está dotado de impresionantes defensas contra la enfermedad. Analicemos las peste negra, la gran plaga del siglo XIV. Atacó a una Europa que vivía en una aterradora suciedad carente de cualquier concepto moderno de higiene, sin instalaciones de cañerías de desagüe, sin forma alguna de tratamiento médico razonable, una población aglutinada e indefensa.