Una vez había un pueblo. Era como todos los pueblos de Castilla.
En otro tiempo, aquel pueblo, como todos los pueblos pequeños de Castilla, había tenido dos escuelas: la de los niños y la de las niñas. Pero ahora ya sólo tenía una: la de doña María.
Es que muchos niños y niñas se habían ido a estudiar a las ciudades grandes. Y más se fueron también, porque sus padres tuvieron que marcharse lejos para buscar trabajo.
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